martes, 18 de diciembre de 2018

Enfermos mentales ¿Encierro o libertad?

Santo Domingo.-Observar un enfermo mental en las calles, sin importar las circunstancias, provoca casi siempre recelo en la población porque la costumbre siempre ha sido tenerlos confinados en hospitales psiquiátricos o ahora en los centros de rehabilitación creados por países que dieron el paso de eliminar los llamados manicomios, como República Dominicana.
La instauración de una nueva cultura psiquiátrica apuesta, por el contrario, a fijar la idea del enfermo mental como sujeto de derechos,  un paso vital para mejorar sustancialmente la atención y rehabilitación psicosocial de estas personas.
Un ferviente defensor de la autonomía del enfermo mental, del proceso de desinstitucionalización de los hospitales psiquiátricos y del establecimiento de una red nacional de servicios comunitarios en ese ámbito, el psiquiatra italiano Benedetto Saraceno, afirma plenamente convencido que la libertad es la mejor terapia para tratar estos pacientes, incluso los más graves.
El especialista en psiquiatría social plantea que la libertad es un riesgo que se debe correr en materia de salud mental, porque es terapéutica y permite a los pacientes alcanzar capacidades, aunque sean reducidas y limitadas.
“Los muros de la vida institucional reducen las posibilidades de rehabilitación del paciente”, afirma este peregrino de la rehabilitación psicosocial, quien fue por 15 años director de salud mental de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y ha visitado 71 centros psiquiátricos en diferentes continentes.
El dilema
Saraceno, quien ha publicado también cerca de 200 artículos en revistas científicas y es autor de 10 libros traducidos en diferentes idiomas, entiende que el encierro contribuye a la regresión del paciente. “Este dilema lo conocemos, la psiquiatría es la negación de la libertad”, agregó sobre la cotidianidad que ha observado por alrededor de 50 años en diversos centros psiquiátricos.  
Criticó que todavía en las universidades estén formando psiquiatras, psicólogos y enfermeros medievales que se enfocan en un “diagnóstico, prescripción, y punto”, sin que esas academias tomen en cuenta que la salud mental va más allá de eso.  
El gran reto del país  devolver ciudadanía
El psiquiatra Benedetto Saraceno sugirió poner especial atención a qué tipo de profesionales en salud están egresando de las universidades, ya que a su juicio existe un divorcio entre la formación en sentido general y lo que necesita determinado país.
El experto en salud mental advirtió también sobre los riesgos por el uso de medicamentos psicotrópicos durante largo plazo, de lo que se habla muy poco. “En otras disciplinas médicas los especialistas son más cuidadosos en la prescripción de los medicamentos”, indicó sobre la necesidad de actuar igual en Psiquiatría.
Su periplo por los psiquiátricos
Su contacto con decenas de hospitales psiquiátricos en el mundo, desde los mejores, regulares y los peores similares a campos de concentración, han llevado a Saraceno a observar elementos comunes transversales en esos centros, pese a las diferencias culturales, sociales y económicas.
“Desde hace 50 años discuto lo mismo en cualquier país, qué hacer con los que andan por las calles, si los crónicos son peligrosos, si se deben agregar más camas a los hospitales psiquiátricos. Siempre los mismos discursos, los mismos mitos, el estigma y la discriminación”, añadió Saraceno, quien estuvo de visita recientemente en el país para observar los avances en materia de salud mental.
Atribuyó esas indefiniciones a la incapacidad de ver en forma creativa e innovadora la rehabilitación de los enfermos mentales, que a su juicio debe superar la etapa de tratarlos como infantes y con la creencia de que las manualidades como terapia son el final.
Metas del país  
Su vasta experiencia le otorga el aval para plantear cuál debe ser el próximo gran reto de República Dominicana luego de eliminar el manicomio del kilómetro 28 de la autopista Duarte e instaurar allí el Centro de Rehabilitación Psicosocial (CRPS): “Reconstruir el derecho a ser ciudadano de los enfermos mentales”.
El experto italiano, quien ha participado activamente en los procesos de reforma del sistema de salud mental en diversos países de América Latina, considera que con ese objetivo el país necesita fortalecer el segundo nivel de atención.
Explicó que un médico de atención primaria, sobrecargado de pacientes, no tiene la capacidad resolutiva para brindar una asistencia eficiente a pacientes con diversos trastornos mentales.
Puso el ejemplo de Shanghái, en China, donde un médico de atención primaria tiene la obligación de ver a 180 pacientes por día.
Sugirió el establecimiento de una red nacional de servicios comunitarios de salud mental que permita fragmentar centros como el CRPS, descongestionar los del tercer nivel y garantizar el seguimiento a pacientes cerca del lugar donde residen.  
Sería un error -explicó- aumentar la cantidad de camas en los centros de rehabilitación psicosocial, porque se corre el riesgo de regresar a la etapa superada del manicomio.
El especialista italiano entiende que los peores hospitales psiquiátricos son aquellos que tienen una puerta de entrada tolerante y una de salida rígida, por lo que dentro terminan siendo un infierno por la gran cantidad de pacientes que albergan.
Planteó que desinstitucionalizar no significa echar los pacientes a las calles, porque sería una deshospitalización salvaje y criminal. “Imagínese la diferencia enorme entre un centro con 100 pacientes y diez hogares con diez pacientes. El número es igual, pero es totalmente diferente. Hasta desde el punto administrativo, gestional y presupuestario es más inteligente”, puntualizó.  
Sugirió que instituciones como el CRPS apuesten a la fragmentación de los servicios de salud mental para evitar que se reviertan los logros alcanzados. En entrevista para LISTÍN DIARIO, el experto indicó que los avances tienen un tope en este tipo de instituciones y, por tanto, el peor error es dejar de ser ambiciosos y pensar que con los logros alcanzados se llegó al máximo nivel de eficiencia. 
Vasta experiencia en rehabilitación
Benedetto Saraceno es un psiquiatra italiano firme defensor de las reformas de salud mental. Ha sido director del Departamento de Salud Mental y Abuso de Sustancias de la Organización Mundial de la Salud y secretario general del Instituto de Lisboa para la Salud Mental Global. Ha sido nombrado embajador mundial de las Olimpiadas Especiales.
Se formó como psiquiatra en Italia, donde fue un militante activo del movimiento “Psichiatria Democratica”, un grupo profesional que apoya en ese país el proceso de desinstitucionalización y el establecimiento de una red nacional de servicios comunitarios de salud mental.
De 1985 a 1996 también participó activamente en las reformas de los sistemas de salud mental en diversos países de América Latina, y trabajó como consultor de la OPS en Nicaragua, Costa Rica, El Salvador, Chile, Perú y Panamá.
Jugó un papel clave en el proceso que condujo a la Declaración de Caracas adoptada el 14 de noviembre de 1990, durante la Conferencia sobre Reestructuración de la Atención Psiquiátrica en América Latina, la cual sugirió, entre otras medidas, eliminar los manicomios porque como atención psiquiátrica convencional, no permitían alcanzar los objetivos compatibles con una atención comunitaria, descentralizada, participativa, integral, continua y preventiva.
Desde la OMS y la OPS impulsó importantes iniciativas de reforma de los sistemas de salud mental en muchos países y trabajó en la promoción de los derechos humanos de las personas con discapacidad mental.  En 1992 se convirtió en presidente de la Asociación Mundial de Rehabilitación Psicosocial.
Saraceno considera que el estigma y discriminación hacia los enfermos mentales aumenta en proporción a la distancia geográfica entre los pacientes psiquiátricos y las comunidades.   Criticó el uso de la categoría abstracta “enfermo mental”, pues se trata de personas con nombres y apellidos. “Por eso es importante que los pacientes salgan de las instituciones y vuelvan a la comunidad”.
Saraceno estima que los propios psiquiatras enviaron por siglos el mensaje equivocado de que los enfermos mentales deben estar en lugares aislados y ser tratados como ciudadanos de segunda clase.
Su prioridad es formar gerentes innovadores de la salud mental que humanicen los servicios en esa área, dejando atrás la mirada exclusivamente científica en el tratamiento.
 Fuente: LISTIN DIARIO

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